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jueves, 13 de febrero de 2014

Y, mientras, en el mundo paralelo de Twitter...

Ayer ocurrió algo que me dejó estupefacto, y al tiempo me hizo reflexionar, y mucho, acerca de Twitter, y lo que es una buena o mala estrategia en esta red social concreta.

El caso es que, no sé si sabéis, existen una serie de lúgubres submundos dentro de Twitter (a cada cual más peculiar y divertido), siendo uno de ellos el planeta fútbol. Un sitio raruno, raruno, donde unos y otros se sacan las tripas, funcionan mafias (o casi) organizadas y se leen las cosas más peregrinas (a veces incluso divertidas). Sólo a veces.

El caso es que en este país nuestro se está librando ante nuestros ojos una batalla subterránea pero feroz: aficionados del Real Madrid que quieren a Casillas y aficionados del Real Madrid que no lo quieren (gran parte de ellos acérrimos defensores del otrora técnico del club, José Mourinho; algo que no entiendo bien: ¡pero si está en el Chelsea desde hace meses!). Ayer se escenificó un nuevo combate (o se pretendía): los segundos movilizaron sus fuerzas para promover el hashtag #CasillasFueraDelMadrid, y se emplazaron a una hora concreta: las 22 de ayer (se nota que ya sabe todo el mundo cómo funciona esto de los Trending Topics: más vale muchos tuits desde muchas cuentas en un corto espacio de tiempo).

Lo que sucedió entonces a mí me dejó perplejo:


Desde la cuenta oficial de Iker, @casillasworld, se publicó unos minutos más tarde de las diez de la noche este (por otro lado inteligentísimo) tuit, no exento de mala baba (recalcando en mayúsculas Fuera de Madrid).

Así que, aunque el hashtag de los anti-Casillistas fue TT, al poco rato, y envalentonados con este tuit, los defensores del portero hicieron que otro hashtag, #CasillasSeQuedaEnElMadrid, también fuera tendencia en España:


¿Mi conclusión? Primero: que reírse de uno mismo, funciona. Y funciona bien: generas simpatía. Segundo: que la escucha y la monitorización activas te permiten atajar (con ingenio y diplomacia) alguna que otra crisis de reputación. Tercero (y más importante): lo de este país con Twitter no hay quién lo entienda...