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domingo, 6 de febrero de 2011

La confusión de los datos del INE

El pasado lunes, como cada año, el Instituto Nacional de Estadística, publicó los datos del padrón, actualizados a 2010. El crecimiento de la población extranjera residente en España reflejaba un prácticamente plano 1,7%, pero, ¿son correctos estos datos?

Para tener algo de perspectiva, remontémonos a los primeros años de la década pasada. Si bien desde mediados de los ochenta ya el flujo migratorio anual comenzó a ser favorable y ya en los noventa se duplicó en términos absolutos el total de extranjeros empadronados (pasando de apenas 400.000 en 1990 a algo más de 800.000 en sólo 10 años), fue a partir del año 2000 cuando las tasas de crecimiento anual se dispararon, y desde 2002 se desbordó la entrada de extranjeros (con menores tasas pero con unas cifras absolutas mucho más significativas) consiguiendo en sólo 3 años alcanzar el 8,5% del total de población en España. Además, en 2005 se produjo la regularización promovida por el entonces Ministro de Trabajo, Jesús Caldera, que a partir de Septiembre comienza a marcar mes a mes récords de afiliación de extranjeros a la Seguridad Social, alcanzando en Mayo del 2008 su máximo histórico. Sin embargo, antes de esa fecha, en el año 2007, ya había comenzado una notable desaceleración en el incremento de extranjeros empadronados, una cifra que no había parado de crecer con tasas interanuales por encima del 10% desde 1996 (y que había alcanzado porcentajes de hasta el 48%, correspondiente a 2000), desaceleración que por fin en 2009 rebajaba la tasa de crecimiento hasta el 6%.

Sin embargo hay una parte de las cifras de la inmigración que no se reflejan en estos datos y que son de gran relevancia para las estrategias de comunicación dirigidas al colectivo de nuevos residentes. Se trata de los extranjeros nacionalizados. En cuanto a hábitos de consumo de medios mantienen similares pautas que cualquier otro inmigrante, pero a efectos del padrón son españoles y, por tanto, el INE no los contempla para calcular el total de población extranjera y el crecimiento interanual de la misma.

Y los números son reveladores: si nos ceñimos a las frías cifras del INE, la que durante toda la semana se han podido ver en diversos medios de comunicación, deberíamos asumir que “sólo” (y entrecomillo el sólo por dos motivos: primero porque lo escribo a la antigua usanza, con tilde y todo; segundo, y más importante en este contexto: porque hablamos de un ya importantísimo porcentaje de la población) el 12,2% de la población en nuestro país es inmigrante, pero si sumamos a los 5.747.734 de extranjeros empadronados a los cerca de 500.000 inmigrantes nacionalizados en los últimos años las cifras se disparan bastante por encima del 13%. De hecho el INE contabiliza aún más (hasta los 6.604.181) españoles nacidos en el extranjero.
¿Por qué tener claros estos datos es importante? Sencillo: hablamos de un sector de población con notables peculiaridades en diversos aspectos. Sus patrones de consumo son distintos como también lo son las formas en las que las estrategias de marketing de las empresas deben abordarlos. Y precisamente la actual situación de crisis es la que les convierte en un elemento diferenciador. Un 13% de la población (siendo conservadores en las estimaciones, aunque hablando siempre de más de 6,2 millones de ciudadanos) supone un volumen de negocio considerable, sobre todo en determinados sectores clave. Pero hay que saber conducir las comunicaciones hacia ellos, lo que, después de varios años de pruebas, aún supone un reto considerable.

Como ya adelantaba en mi anterior post (y esta vez no he tardado 8 meses en darle continuidad: lo he conseguido) es importante aprender a explotar nuevos nichos de mercado. Y dentro de esos nichos, el de la inmigración es uno de los más relevantes y de los que ofrecen mayores posibilidades de acercamiento (si se buscan los canales adecuados) para los anunciantes. Y de eso se trata: de ir buscando el mejor camino, el más eficaz, uno que permita una medición exhaustiva y una capacidad de optimización constante, el que ofrezca un mayor retorno de la inversión. Y en eso consiste nuestro trabajo: en ir desarrollando las herramientas adecuadas y en saber ponerlas al alcance de quienes las necesitan. Incluso de quienes no saben aún que las necesitan. Rectifico: sobre todo en manos de aquellos que no saben aún que las necesitan.